El cuero es uno de los materiales que más comúnmente se encuentra presente en las decoraciones de nuestros hogares. Su calidad, su elegancia y su confort son solo alguna de las razones que nos llevan a seleccionar al cuero como elemento principal de nuestros muebles. Ahora bien, la conservación y belleza del cuero será directamente proporcional al mantenimiento que se le dé, ya que es un material que requiere de muchos cuidados.
La limpieza es vital
El cuero viene de la piel del ganado y como tal debe tratarse, como si aún fuera piel, con mucho cuidado. Así que, periódicamente aplica agua y jabón sobre la superficie y frótala con suavidad para que puedas eliminar todo el sucio que se va acumulando en los objetos. Luego de varios enjuagues, seca el cuero con delicadeza. Es importante que tengas claro que no debes abusar de este procedimiento, ya que un lavado muy continuo del cuero puede agrietarlo.
La hidratación es la clave
Como se mencionó con anterioridad, el cuero debe ser tratado prácticamente como una piel humana, por lo que luego de cada limpieza debes aplicar crema en abundancia de manera uniforme. Esta costumbre mantendrá la superficie del cuero hidratada, lo cual la hará lucir brillante y suave, al tiempo que hace frente a las grietas y rasgaduras.
Protección de la luz solar
El cuero es realmente delicado, se puede secar con muchísima facilidad. Aunque se tengan los cuidados previos, como la limpieza y la hidratación con crema humectante, proteger al mobiliario de los rayos del sol es fundamental. Para ello, procura ubicar los muebles de cuero lejos de las entradas de luz y si es imposible evitar su cercanía con las ventanas, al menos procura instalar cortinas o persianas que impidan que el sol impacte en sus momentos de mayor esplendor.
